Una puerta de madera ligeramente inclinada hacia la izquierda. En
aquella altura impar donde un apartamento con vidas de gato da cobijo, ahí está
esa puerta. La sombra de un crucifijo, que el pasar de los años marco en la
madera, hoyos donde una vez hubo clavos que en navidad soportaban adornos
diferentes, un calendario a destiempo porque ya no está quien lo veía y pasaba sus
páginas; la misma puerta. Una puerta
Extrañas líneas se extienden por el blanco
o verde de las limitaciones de ese espacio, producidas por la tenue luz de esas
bien conocidas bombillas amarillas, lámparas de arañas cuyas sombras a niños
asustan y a adultos sus cristales les hacen caminar cabizbajos, una sala antes
llena se respira en soledad junto con el eco de las teclas al escribir; la misma
sala. Una sala.
Un pasillo corto que se divide, una bifurcación del cuerpo con
tres ramas, dos han de ser nido; oscuro al pasar en sus paredes sientes el “tic
tac” de aquel reloj que por años allí estuvo pero como todo en la vida ya no
está, o respiras el aroma que desprendían esas pequeñas velas que iluminaban la
imagen que hubo después. Sueños vividos, momentos llorados y un sinfín de risas
se tocan en sus confinaciones, aquellos que ya no están y los que están pero no
se encuentran; las mismas habitaciones. Unas habitaciones.
Rayos de sol con suerte de calor y brisas que revolotean los
despistados papeles y el polvo que nunca se quitó, verdes plantas que bailan
con la lluvia, vistas de contraste entre el humano y lo natural siempre tan
chocantes, un ladrido, el rechinar de una rueda o el piar de los polluelos, un
piso siempre limpio por culpa de una pequeña peluda difícil de tratar; el mismo
balcón. Un balcón.
Olores mezclados, jabón, aceite, caramelo, etc. El crepitar de los
sartenes luchando por sostenerse contra la orquesta de esa máquina que siempre está
trabajando aunque no se ensucie tanto o al menos eso parece, la luz reflejándose
en la loza que se lavó o buscándose espacio en la que está por lo mismo. Olores
mezclados, cloro, mojado, quemado, especias; la misma cocina; Una cocina.
Pequeños detalles de un pequeño espacio los cuales pasan bajo la rápida
mirada de la rutina diaria pero que acercándose el final y el cambiar de la
rutina se alzan como antiguos monumentos que no puedes omitir, son sonidos, son
olores, son vistas y son texturas… son sentimientos; el mismo apartamento. Un
apartamento… no, un hogar.
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